CPI, empeñado en superar las más altas cotas de frikismo, se mete en la senda de la taxonomía académica con una ida de olla que creíamos imposible hasta hace poco. No recuerdo exactamente cuándo se me ocurió esto, y creo también que a nadie se le ha ocurrido una estupidez semejante hasta la fecha.
CPI propone el método definitivo para saber si eres de ciencias o de letras.
Fíjense, por ejemplo, en las asignaturas de primero de Físicas: Álgebra, Cálculo, Física, Química... Todas esdrújulas o, al menos, con acento. Fíjense ahora en las asignaturas de Derecho: derecho natural, derecho romano, mercantil, penal, tributario... ningún acento en absoluto. Este hecho diferencial podría ser la piedra de toque que distinguiera a los de ciencias de los de letras. Lo sé, sé que estoy mal, me lo dice mi psiquiatra todos los lunes, miércoles y viernes (no festivos), pero no vean lo que se divierte uno con estas idas de olla. Así que nos ponemos a la tarea. Lo que les acabo de contar es la hipótesis. Hay que demostrar las ideas que a uno se le ocurren cuando está de marcha por esos bares del mundo. Es conocida para nuestros lectores la admiración que despiertan los premios
Ig®Nobel en los integrantes de CPI. Tras unos años como observadores, vamos a hacer un intento de entrar en el selecto club de los laureados con el
Ig®Nobel. En exclusiva, desde CPI les presentamos un
paper (un artículo) que conmocionará los cimientos del... de la... que conmocionará los cimientos.
Título:
Clasificación taxonómica, maniquea y dicotomista de estudios científicos y humanísiticos en función de la abundancia relativa de tildes en nombres de asignaturas troncales y obligatorias. (Ya saben que los títulos de los artículos hay que adornarlos).
Metodología:
En la página de la
universidad Complutense aparecen todas las carreras que imparte, con sus respectivos planes de estudios. Como son demasiadas, podría pasarme horas sin fin haciendo recuentos de asignaturas con acentos y sin ellos. Escogimos sólo once carreras, algunas clasificadas de toda la vida como "de letras" (Derecho, Historia, Historia del arte), otras claramente "de ciencias" (Física, Química, Biología...) y alguna "dudosilla", clasificada habitualmente entre las "ciencias sociales" (Económicas). Tuvimos en cuenta tanto las asignaturas con acento en general como las asignaturas esdrújulas en particular, dándoles un valor extra a estas últimas. Descartamos palabras tales como "introducción", "básica" y demás adjetivos que no describían el tema de la asignatura. Se hizo un recuento de asignaturas troncales y obligatorias únicamente, y se halló el porcentaje del total de asignaturas con acentos entre el total de asignaturas tenidas en cuenta. El resultado salta a la vista:
Podemos observar cómo hay una clara correlación entre el porcentaje de asignaturas con tilde en el programa de estudios y el contenido científico de la carrera. Como en todo estudio
serio que se precie, aparece algún dato raro: ingeniería informática, por ejemplo, se nos ha colado entre las ciencias sociales. La culpa la tienen (por supuesto) tantas asignaturas sin acentos: bases de datos, escalabilidad y computabilidad, sistemas expertos... Y es que nuestro método no es perfecto, pero sí muy bueno. Ya lo estoy patentando y seguro que me conceden la patente, vistas las
tonterías que dejan
patentar últimamente.
Estaba por poner una nota aclarando que esto es una coña, que la división entre ciencias y letras es una frontera borrosa, cuando no ficticia, que todo el mundo debería cruzar en repetidas ocasiones para aprender al otro lado y cosas así, pero sé que nuestros lectores son gente inteligente y que no es necesario.
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