Hay cosas que no hay que hacer. Nunca. Bajo ningún concepto. Y la primera de ellas, sobre todo si trabajas en la oficina de patentes norteamericana, es dejarte colar un gol cósmico como el que le acaban de colar a la US Patent Office.
La oficina de patentes norteamericana ha concedido recientemente
una patente a un vehículo espacial que, según su inventor, "
utiliza un escudo superconductor para generar un campo electromagnético que crea una curvatura en el espacio-tiempo capaz de contrarrestar anular la fuerza de la Gravedad". Como ven, el inventor ha juntado tres o cuatro palabras polisílabas y/o esdrújulas para darle a su invención un halo de credibilidad. Lo cierto es que no existe manera conocida de anular la gravedad. Más que eso: si existiera una manera de anular la gravedad, habría que reescribir de cero casi la mitad de la Física conocida. No es que esto no pueda pasar, pero, como cualquier mente escéptica proclama, "afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias".
La oficina de patentes y marcas norteamericana manifiesta en sus declaraciones tener una norma, que ella misma se ha saltado en esta ocasión: "no conceder patentes a inventos que contradigan las leyes conocidas de la física. En caso de que las afirmaciones relativas a un invento contravinieran estas leyes, sería necesario verlo funcionando para conceder la patente". Por supuesto, no existe un modelo que funcione del susodicho escudo antigravitatorio. Porque no se puede. Han concedido la patente sin verlo.
No es la primera vez que esta oficina "mete la pata". El 15 de febrero de 2000 se concedió
otra patente sobre un método de generación de energía que afirma "reducir el tamaño de los átomos de hidrógeno para formar hidrinos", otra imposibilidad física y química.
Por supuesto, el hecho de que estas patentes se hayan concedido no va a significar nada, pues las máquinas patentadas no existen ni tienen visos de existir en mucho tiempo. Se ha concedido la patente a algo que no va a ser fabricado. Nadie se enterará. El problema es que una patente es algo muy serio y amparado por la Ley. No se pueden conceder patentes a inventos imposibles o ridículos, pues el prestigio de las oficinas de patentes se verá reducido. Como ejemplos de cosas que no deberían ser patentadas, tenemos
esta patente australiana de la rueda [.pdf], de la que ya hablamos en CPI (si, estimados lectores,
la rueda. Según fuentes cercanas al inventor, no es cierto que ahora quiera patentar el fuego o la rotación de cultivos), o la larga lista de patentes europeas para móviles perpetuos que puede obtener una búsqueda en
espacenet, el buscador de patentes europeas. Los móviles perpetuos son máquinas que, de nuevo, obligarían a reescribir toda la Física si se demostrasen viables. Nunca un móvil perpetuo ha funcionado, y nunca ha sido posible "desconectar" la gravedad. Para conceder una patente a máquinas de este estilo, debería ser obligatorio presentar un modelo funcional. Así se ahorraría mucho esfuerzo y dinero desperdiciados en conceder patentes a objetos imposibles. Y si, por el contrario, de repente apareciera un móvil perpetuo que funcionase, la física iba a tener un montón de diversión rehaciéndose por completo. Pero antes, un modelo que funcione.
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