A petición popular, crítica musical CPI con todos ustedes. La de hoy es una historia realmente emocionante, en la que tuve la fortuna de estar presente. Empecemos nuestra historia un día 12 de julio de 2001 en Pedraza, un precioso pueblo medieval en la provincia de Segovia, donde -cosa curiosa- podemos encontrar una batería de cañones de la Academia de Artillería de Segovia. Allí mismo, a las afueras del pueblo. ¿Nos habrán invadido?...
O no, mejor empecemos por el otro extremo de la historia.
Estamos en el frío otoño ruso, un día 12 de octubre de 1880. Pyotr Ilyich Tchaikovsky (les desafío a que encuentren otro nombre que pueda escribirse de
más formas distintas) rezonga, porque le han encargado una obra para conmemorar la victoria de Rusia contra Napoleón, en 1812. Según propias confesiones, no le apetece mucho, pero se pone a la tarea. Y crea una de las obras más gloriosas de la música: la Obertura 1812. El propio autor diría de ella que era "demasiado ruidosa", lo cual es un pleonasmo como la copa de un pino, ya veremos por qué...
La Obertura 1812 es una pieza de música programática, esto es, de música que o bien está hecha para acompañar un texto o representación (como Pedro y el Lobo, de Prokofiev, en donde la música acompaña al narrador evocando las palabras que va diciendo), o bien narra sonoramente algún pasaje. Por ejemplo, en sus cuatro estaciones, Vivaldi imita el canto de los pájaros, el sonido de la lluvia, el aullar del viento, el rayo y el trueno...
Pues la Obertura 1812 narra el auge y ocaso de Napoleón, visto desde la perspectiva de los rusos. Resumiendo mucho: la obra comienza con una melodía preciosa, a cargo de los cellos, que representa las oraciones del pueblo ruso antes de partir para la batalla. Luego los cornos franceses van relatando pasajes in crescendo que reflejan las victorias francesas a medida que se acercan, y luego toman, a Moscú. La Marsellesa puede oirse unas cuantas veces, en cada victoria francesa. Tras la toma de Moscú, cambian las tornas: el General Invierno, el mejor aliado de los rusos en toda su historia militar, obliga a Napoleón a retirarse y retroceder. Hay unas cuantas melodías populares rusas en esta parte. Y luego, luego viene lo mejor, cuando se narra la derrota francesa a cargo de los rusos, mientras suena Dios salve al Zar. Esta parte es excepcional porque Tchaikovsky
la compuso para orquesta, campanario y destacamento de artillería. Sí, estimados lectores. Suenan campanas que celebran la victoria rusa, y suenan cañones durante la última batalla. Normalmente, cuando esta obra se representa los cañones son sustituidos por un inmenso bombo, y las campanas del campanario por otras más pequeñas, que puedan entrar en la sala de conciertos.
Y ahora enlazo con el comienzo de la historia. En Segovia, hace cuatro años, se interpretó esta obra
tal y como fue escrita. Las campanas de Pedraza y los cañones de la academia de artillería, comandados por un capitán de artillería que me sacaba dos o tres años y era melómano perdido, estaban listos para utilizarse de un modo que nunca nadie habría previsto: como instrumentos musicales en una orquesta.
La representación fue un éxito; imagínense a todo el mundo en la plaza del pueblo, que es grande y preciosa, mientras en el
grand finale tañían y repicaban las campanas de la iglesia al tiempo que sonaban los dieciseis cañonazos que hay repartidos en el apoteósico final de la obra. Al estar los cañones a unos 300 metros de la orquesta, había que dispararlos un segundo antes de lo debido para que se oyeran cuando correspondía; el capitán lo clavó. Los cañonazos eran estremecedores, igual que el estruendo del campanario y los
fortissimi de la orquesta. La carne de gallina durante minutos, estimados lectores.
No he podido encontrar ninguna grabación con cañones y campanario de la obra. Aquí tienen una versión con cañones y campanario de la obra. Debo decir que en vivo mola más que grabado, no se me vayan a desilusionar...
Disfruten de una de las mejores piezas de música que jamás se han escrito. Y si alguno de ustedes se entera de una representación como debe ser de esta obra y que quede a menos de 15.000 km de Madrid, se lo agradeceré eternamente.