Pues sí. He caído. He cambiado de opinión. No he podido resistirlo. Recordarán mis lectores que
hace poco dije que esperaría a la edición española de Harry Potter y el príncipe mestizo para leérmelo. Pero tras haber sido vejado e insultado (pero de buen rollito, ¿eh? -gracias, Patxi y Raquel, por vuestro
refuerzo positivo para animarme a leerme el libro-) en comentarios como
éste o
este otro, donde se me llegaba a calificar de Muggle, nada menos, he pasado por el aro. Lo que sí he cumplido es lo de no comprármelo. Qué bueno es tener amigos impacientes que te prestan cosas...
Y ahora, hablemos del libro. No voy a desvelar nada, por si hay lectores que no lo hayan leido. El libro es cojonudo. Me ha encantado. Hay muchas cuestiones que quedaron pendientes en el libro quinto que ahora se resuelven. Por supuesto, hay muchas más cuestiones que quedan abiertas. El libro séptimo va a ser la reórdiga. La acción es trepidante, no paran de suceder cosas, es realmente divertido. Como únicos fallos, podemos decir que, una vez más, y ya empieza a aburrir, Harry se pasa toda la novela diciendo que viene el lobo, y nadie le hace caso. O que cierta escena en una gruta parece escrita directamente para la película, defecto que también podríamos achacarle a Michael Crichton cuando empezó a vender guiones para Hollywood. Pero en términos generales es soberbio. Una vez más, JKR ha conseguido una novela fantástica de una serie que rompió hace mucho tiempo las fronteras de la literatura infantil. Mi nota:
Imprescindible.