Hoy, no sé, estaba sentimental y he decidido hablar del experimento
Galileo Reloaded (no sé si lo bautizaron así; me suena que no. Pero habría molado) que hicieron los del Apolo XV. Galileo decía que, en ausencia de aire, todos los cuerpos caerían con la misma aceleración. Hay una historia apócrifa que retrata a Galileo subido en la torre de Pisa tirando bolas de distintos tamaños y pesos para demostrar su hipótesis. En realidad, Galileo era más bien un amante de los
Gedankenexperiment de Einstein, es decir,
experimentos mentales que podías hacer sin salir de casa, desde tu cabeza. En palabras del propio Galileo, hablando de las bolas de Pisa (que no es lo mismo que pisar las bolas):
“Tuve la intención de hacer el experimento yo mismo, pero no recuerdo si finalmente lo hice”…(Science News Online, Vol. 156, No. 25 & 26, dic. 1999)
O sea, que el tío era levemente comodón. Lo que sí hizo Galileo fueron experimentos con canicas sobre planos inclinados, en su casa. Así sacó la regla de que el desplazamiento de un cuerpo que cae es proporcional al cuadrado del tiempo transcurrido; bueno, en realidad lo que dijo es que si anotas la posición del cuerpo cada segundo y luego restas todas las posiciones, te quedan los números impares (o sus proporcionales); comprobémoslo. Si cogemos los cuadrados de los primeros números y a cada uno le restamos el anterior:
1,4,9,16,25,36,49,64...
4-1=3
9-4=5
16-9=7
25-16=9
36-25=11
49-36=13
64-49=15...
Bueno, a lo que vamos, que no me gusta desviarme y menos en público. En el ejemplo que ponía Galileo acerca de que los cuerpos debían caer todos con la misma aceleración en ausencia de aire, hablaba de una pluma y un martillo. Y precisamente una pluma y un martillo se llevaron los astronautas a la Luna para realizar, por fin, el experimento que Galileo nunca pudo llevar a cabo. Disfrútenlo, cortesía de
la competencia.